Cuando Víctor me decía
cuando yo era muy, muy pequeña,
que al puerto de Foz
vendría una barquita que nos llevaría
lejos, lejos... yo me lo creía.
Llamaban a eso esquizofrenia,
yo lo llamo transferencia y confesión
de un deseo.
De padre, a hija.
Cuando Víctor me decía
cuando yo era muy, muy pequeña,
que al puerto de Foz
vendría una barquita que nos llevaría
lejos, lejos... yo me lo creía.
Llamaban a eso esquizofrenia,
yo lo llamo transferencia y confesión
de un deseo.
De padre, a hija.
Solo precisamos un tiempo, y no una vida, para algún perdón.
Y esos que todavía habitan dentro, los no nacidos,
los muy mínimos...
son las patas que sostienen
la muy mínima gravedad.
Illa de Arousa |
¿Por qué permaneciste siempre sorda a mi grito?
¡Dios sabe cuántas veces, con amor infinito,
te busqué en las tinieblas, sin poderte encontrar!
Hoy-¡por fin!-te recobro: todo, pues, era
cierto...
¡Hay un alma! ¡Qué dicha! No es que sueñe
despierto...
¡Te recobro! ¡Me miras y te vuelvo a mirar!
-Me recobras, amigo, porque ya eres un muerto:
De fantasma a fantasma nos podemos amar.