lunes, 11 de junio de 2012

Conversa con Nuria Castro










Hola, hola, sintonizando...


Nuria Castro es una artista polifacética gallega que vive en Barcelona desde hace algún tiempo. Sus fotografías son una prueba de que todavía hay gente obsesionada por el pasado y aquello que últimamente está siendo tan azotado: la cultura popular. Pero lo interesante de sus trabajos es que no se agotan en un simple costumbrismo esencializando motivos demasiado arrinconados en algún punto ignoto bajo el escudo de un territorialismo intocable.
Ella rescata el espíritu de la cosa fotografiada, lo cual no es para nada común a todxs lxs fotógrafxs, haciendo del localismo un rasgo, un rasgo importante, pero un rasgo más, pues exhibe una energía de los objetos, personas y animales que captura, que va más allá del mensaje político, que sin duda transmite. Esta es la energía que surge de la naturaleza, de la magia de las cosas que existen y sobre todo de las que ya no existen, lo cual es sumado a enfoques únicos y colores hermosos, y a un manejo de las herramientas digitales sorprendente.




- Eres de As Pontes, un pueblo de A Coruña que no pasa para nada desapercibido para quien es de aquí, pero me gustaría que explicaras un poco qué significa haberse criado en este sitio en todo sentido, no sólo emocional, sino culturalmente hablando, me gustaría que te detuvieras en las implicaciones políticas que tiene el ser de allí . Si uso esta palabra: implicaciones es por la parte oculta que está, que no es visible pero que existe. Esto tiene que ver con una aceptación aparente que en el fondo reacciona de mil maneras diferentes ante las presiones, en este caso económicas y culturales que afectan a tantas minorías en la actualidad.
Recientemente vi el documental
As encrobas, a ceo aberto sobre el conflicto de un campesinado donde las mujeres tuvieron un lugar crucial y llegaron a armarse de palos y paraguas para defender sus tierras ante el avance decidido y despiadado de Fenosa en los años 70. Tú has hecho alguna realización al respecto, pues aunque no eres de Cerceda que es donde se desarrolla este relato magnífico, esto no te suena para nada desconocido. Habla un poco de este trabajo y en qué medida todo lo que has ido haciendo hasta ahora está impregnado por el trabajo político y de género acompañando al artístico.



Bueno, ser de As Pontes...es ser parte de un experimento socioeconómico de un calibre importante, como diría el señor Isma, lo cual tiene cosas buenas y otras no tanto.
La historia de mi pueblo es muy similar a la de Cerceda, y de hecho, ambos pueblos están ligados a muchos niveles, son historias de resistencia, de colonización ... de gentes que no entendían por qué los animales aparecían en casa con la nariz llena de carbón: As Encrobas, a ceo aberto, historias de desterritorialización y desarraigo, similares a las que ocurren hoy en día en la Patagonia Argentina, o en la Amazonia Brasileira.

Pensemos en las consecuencias de una sociedad industrializada creada en 10 años, dentro de un entorno agropecuario. La mezcla de sectores de una manera radical produce cambios importantes en las necesidades de los individuos e individuas de un lugar, nuevas formas de relación y espacio, así como migraciones desproporcionadas en todos los sentidos.

Esto implica también circunstancias positivas, como las ayudas sociales que suavizan los límites dentro de la lucha de clases, o la apertura mental de criarte en un pueblo de 15.000 habitantes aproximadamente, con vecinos y amigos de otros puntos tan diversos de la península como pueden ser Extremadura, Zaragoza, Andalucía...
Recientemente hice un viaje a Málaga y pensé mucho en esto, caminando por las calles de Granada o Málaga pensaba en lo diferente que es todo, una cultura como el flamenco, la pasión, las bodas de sangre... todas estas cosas que se explotan como requerimiento turístico al extranjero y que uno ve como simples vitrinas de sevillanas o toros, en realidad existen, y son parte de un arraigo identitario, una manera de vivir acondicionada al clima, donde la siesta tiene su razón de ser porque con 40 grados de calor seco se hace difícil la acción. La verdad es que me impresionó mucho, porque lo poco que había viajado siempre fue por el norte y es realmente un abismo.

Cuando bajé de la Alhambra conocí al maestro de la guitarra granadino, un luthier ya jubilado, le pregunté si impartía clases y me dijo que sólo había enseñado a cuatro personas en su vida, también me dijo que Granada era maravillosa, al igual que muchas otras ciudades del mundo. Su plenitud y dedicación es realmente para pensar en estos momentos donde se replantean las condiciones de vida en un sistema fallido, que esclaviza el alma de las personas, y me refiero sin duda al capitalismo depravador más acusado al vivir en una ciudad grande. Este recurso me hace mirar directamente a lo local para entender lo universal, al respeto y conocimiento por realidades sociales pequeñas y llenas de sabiduría.
Respecto a lo que preguntabas antes de mi documento visual, paralelamente al documento de As Encrobas, a ceo aberto, en As Pontes realizamos Ciclo Combinado, un documento de opinión, donde la imagen se escucha a través de historias de pueblo, de tu vecino, tu primo, o la abuela de un amigo,  historias cotidianas que se contraponen con una arquitectura industrial de impacto considerable.

Fue muy lindo estrenarlo en el cine del pueblo y que todos nuestros amig@s se sintieran identificados con el relato, creo que eso es lo más importante cuando hablamos de vínculos, o del concepto político que mencionas, ser fiel a ti mismo, aunque sea de vez en cuando, digas lo que digas no te traiciones, me decía una amiga poco antes de la presentación de un proyecto.




-Eres licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Vigo y haces un poco de todo, incluyendo performances. Recientemente participaste en una donde pintabas acompañando a una bailarina. Háblanos un poco de esta participación, y de con qué manifestaciones artísticas te identificas más: con la pintura, la fotografía, el documental...



No puedo todavía hablar de este encuentro entre el baile y el dibujo a nivel personal, pero sí decir que es parte de un festival de creación donde todo el mundo está invitado a colaborar, forma parte de las actividades que promueve una amiga desde su asociación, y aunque todavía no he asistido, la propuesta es muy divertida, se lo recomiendo a tod@s, el uso y desuso del arte y la creación en cualquier lugar y a cualquier hora del día y de la noche.
Con respecto a las categorías artísticas, yo que sé, no tengo certeza de la existencia de ninguna. Cuando era pequeña tenía sólo un bolígrafo, a veces dos, hojas de almanaques viejos y una mesa de una pata. En Barcelona no existen los almanaques, lo cual me disgusta profundamente...

Actualmente me he reconciliado con el dibujo para cabrearme con la fotografía, pero busco estrategias para amigar ambas, sin muchas pretensiones, disfrutando de las cosas que deben ser soñadas, y de los sueños dibujados.




- Ahora que comentas esto de las cosas que deben ser soñadas, recuerdo que hace un par de años me regalaste un número de Andaina: revista galega de pensamento feminista de la que no me pienso desprender. En ella hay un artículo sobre una de mis fotógrafas favoritas que es Ruth Matilda Anderson, quien retrató en unos años tan difíciles como los 20, a las campesinas gallegas, precisamente en expresiones soñadas dentro de un durísimo entorno, como si dijeran: nos están dejando sin nada, pero nunca se llevarán nuestros sueños.  Y rescató por lo tanto aquello que tú también rescatas: el espíritu de estas mujeres, y una complicidad que no era nada fácil teniendo en cuenta la dureza del contexto y que iba ella sola a las aldeas sin hablar ni una palabra de español.
Fue todo un descubrimiento haber leído aquello. Por otro lado, en este mismo número hay otro artículo muy extenso de Pencha Santasmarinas sobre las mariscadoras galegas. Tú participaste en un proyecto que se centraba en la problemática das traballadoras do mar. Explica a quien desconoce el tema por completo, parte de esta problemática y tu aporte desde la intervención artística.



Pues el trabajo que hice hace un par de años era sobre un colectivo particular, As Redeiras, mujeres que reparan las redes usadas en alta mar desde tierra.
Empecé a indagar en el tema y descubrí curiosamente que eran muchas, dispersas por toda la costa y sin una legislación que reconociera su trabajo, se reunen en pequeños garajes particulares o en locales cedidos por las agrupaciones, tejiendo durante horas los agujeros de las redes. Es un trabajo duro, y poco reconocido, hasta hace poco era un trabajo supletorio y desregularizado. Hoy en día se ha reconocido como oficio artesanal y una parte de dicho colectivo ha sido organizada y legislada.

Hablé con varias representantes de la zona norte de la costa gallega, y al final, por proximidad y empatía viajé a Cedeira, un pueblo cercano a As Pontes, allí tomé fotos y entrevisté a tres mujeres de diferentes edades.   Cuando comencé a grabar las entrevistas con mi pequeña grabadora de mano sentí cierto reparo, y más tarde decidí no publicarlas, por la sinceridad y dureza de las historias, y por el respeto al trabajo que empodera y desempodera a estas mujeres, As viuvas dos vivos, las llamaban, sociedades de mujeres, emancipadas por una triple jornada laboral, reproductiva y productiva, ambas no reconocidas.

Una de ellas me comentaba cómo fue la construcción de su casa, mientras su marido estaba embarcado, él venía cada 3 o cada 6 meses, entonces no era momento para discutir, era momento de celebración, porque la estancia juntos era corta, pero en todo ese tiempo de ausencia la casa se había ido construyendo poco a poco, cuestiones como escoger el color de los azulejos, el tipo de cocina, la nevera, un sofá...eran decisiones que se tomaban a solas, comunicarse con el marido era difícil, y muy caro, sólo en caso de emergencia. En cierto modo me recordó a una película sobre la posguerra, El matrimonio de María Braun, de Rainer Werner Fassbinder.   La protagonista narra la extrañeza del encuentro con su marido después de la guerra, y el cuestionamiento de los deseos y necesidades de una mujer. En un momento de la película los hijos hablan sobre el amante de su madre, y uno de ellos cuestiona ¿Es que a caso mamá no es una mujer? El feminismo es necesario por no decir indispensable, porque contempla realidades diferentes, invisibles, que han de hacerse presentes si queremos un modelo de sociedad humano y sensible a las necesidades de las personas.
Las mujeres de todas partes del mundo han construido a lo largo de la historia redes sociales de apoyo y conciliación para el desarrollo frente a modelos socioeconómicos devastadores, el aprendizaje de estos sistemas basados en la experiencia vital es una fortuna de incalculable valor.



-Naciste en el 80. ¿Te consideras generación
bola de cristal? Si te pregunto esto es porque seguro eras muy pequeña para cuando las autoridades de la televisión española decidieron dejar de emitir el programa en determinado momento.
Para mí fue un duro golpe, pues era uno de los pocos programas que no trataban a las niñas y niños como idiotas, y que desde un enfoque totalmente surrealista te ponían más que ningún otro los pies sobre la tierra, sobre este lugar despiadado en que nos ha tocado vivir. Desde la música y la literatura sí que hay un antes y un después de la bola de cristal, se nota...encuentro que las/os que crecimos con ella, no nos dejamos seducir tan fácilmente por determinado lado oscuro de las cámaras.


Hay mucho de los imponentes ecos de Santiago Auserón cantando " el programa de hoy es para gente como tú y como yo, no deben saber quien soy, alguien filmó mis sueños en la televisión...", para que yo haya decidido tapar con dos pegotines el ojo de la cámara de mi portátil, por ejemplo. También te pregunto esto porque la bola hizo furor en la infancia de mi época, precisamente en Foz, Galicia. ¿Tiene de alguna manera este programa algún tipo de consecuencia en tus trabajos?



Sí, nací en el ochenta, y creo que es un gran año, aunque confieso que cuando era pequeña no me gustaba la estética del pelo alborotado y los lunares. No me gustaba lo hortera, prefería el rollo hippy de los setenta.
Veía la bola de cristal, por supuesto, y me encantaba, la bruja Avería era como una Diosa, hace poco la escuché en youtube, y pensé lo locas que eran sus piedras lanzadas sin pudor a la economía liberal y de mercado. Creo que hoy en día su discurso tiene mucho sentido, porque habla de la memoria y de cómo los seres humanos cometemos de nuevo una y otra vez los mismos errores, quizás esto tiene algo que ver con el olvido y con cómo se genera, la tecnología es sin duda un instrumento para generar olvido, o para destruir memoria, la cultura de lo obsoleto, la importancia de lo nuevo, hace que nos despojemos de todo...

Podemos citar a Blade Runner, una película futurista que habla de ello de una manera sencilla, generando unos personajes sin memoria, los replicantes, y dejando ver todo lo que implica no acordarse de las cosas, o no tener procedencia, es como un significado de la globalización que se ha disfrazado de diferentes maneras. Mi padre me decía un día que hasta que no se destruya esta mierda de la globalización no cambiaremos nada, quién sabe si será tan bueno conocer lo que pasa en todas partes del mundo a la vez cuando no eres consciente de lo que tienes a la vuelta de la esquina.  En una revista de arquitectura, que no recuerdo el nombre, venía un artículo de Paul Virilio donde se hablaba de cómo se preparaba antes un viaje, con meses de antelación, y una buena organización, pues no era tan sencillo ir y volver de un sitio a otro. Hoy se puede ir uno a la China pasado mañana, y volver al día siguiente, cabe resaltar qué consecuencias tienen estas migraciones masivas, adónde se dirigen y con qué fines.

En mi casa creo que tuvimos televisión y teléfono cuando ya tenía como 8 o 9 años aproximadamente. Entonces veía la televisión en blanco y negro en casa de mi vecina Margarita, no sé, era otro momento, vivía en un barrio y las cosas pasaban en la calle, no en la televisión, mis abuelos tampoco la ponían porque decían que era más importante hablar, y que la televisión no dejaba escuchar.  Se dio de esta manera... y ahora tampoco la veo, hace muchos años que no la considero necesaria y me aburre profundamente.

Cuando era pequeña y no sabía qué hacer, nuestra tía Carmen nos ponía un escurridor en la cabeza y un cojín en el culo y conducíamos por toda la casa, jugábamos a las cartas al lado de una huerta de coles, y hablábamos de nuestras cosas, sin duda es enriquecedor ver crecer las coles.  También tengo tapada la cámara del ordenador, tengo miedos hacia la pantalla y las redes sociales, y considero que es peligroso, tus amigos no bajan a hacer la caña al bar porque están conectados, y tú hablas con ellos por whatsapp??! (No sé si se llama así.)


Tengo un compañero de piso que vive rodeado de pantallas, el ordenador, la televisión, y el móvil con wasap y música, yo no lo puedo encontrar sano esto, me da como un terror de que me contagie algo raro, debe ser la alteridad tecnológica.  Me preocupa que las herramientas tecnológicas que utilizamos no tienen alma, y eso nos influye supongo de alguna manera, qué pasaría si los ordenadores tuvieran sentimientos? Enric Tormo, un hombre de gran sabiduría, nos contó que se habían hecho pruebas y cuando se les programaban sentimientos a las máquinas, estas se autodestruían, es para valorarlo.  ¿La pregunta era sobre como influyó la bola de cristal en mis trabajos? Pues no tengo certeza, pero son sin duda buenas influencias y de ello se alimentan los artistas, y mejor alimentarse de una realidad crítica y creativa que de un software ¿no? Creo que la crisis está poniendo en tela de juicio todos estos valores de consumo y uso, y me parece genial, menos es más, como dirían los minimalistas.




-Hace poco en tu casa me dijiste algo que me quedó grabado Nuria, acerca del (no) aprovechamiento del tiempo en las metrópolis hoy en día y que yo entendí a la primera. De hasta qué punto la gente considera que sentarse en un banco a mirar las hojas de los árboles, por decirte algo, es perder el tiempo. De cómo no nos permitimos disfrutar de esas pequeñas cosas que están siendo dejadas de lado cada vez de forma más precipitada y que es más notorio en las grandes ciudades.
No puedo evitar pensar cuando te digo esto en aquella genial frase de la fotógrafa y activista neoyorquina todavía más genial
Zoe Leonard: habría que contribuir a crear un mundo en el que se pueda estar sencillamente sentado, pensando en las nubes. Esto debería ser nuestro derecho como seres humanos. ¿Cuál es tu postura al respecto y cómo mechas esta ideología en tus vídeos y fotografías?



Para colocar los árboles en la ciudad, dicen que han de contarse cinco pasos entre un árbol y otro, entre esos cinco pasos puede que haya un banco, dicho banco puede mirar para la calle o para la acera, puede ser monoplaza, biplaza o triplaza, te puedes sentar, dormirte una siesta en él, o ver caer las hojas de los árboles...
Cuando uno es consciente de que vive en una ciudad de cierta magnitud y población estas cosas son importantes, pues si estás cansado de caminar es un placer sentarse y despejar la vista un ratín, ya que si a menudo transitas de un lugar a otro sin ver lo que pasa por el camino quizás te pierdes cosas importantes.

Hay una frase que dicen por estas tierras donde vivo: El carrer, el carrer, el carrer es el que ens queda quan s´acaba tot, y no es de otra manera, cuestionar ese espacio hoy en día me parece fundamental, y más en una pequeña metrópolis turística, pues connota formas de vida y de relación social.
Yo llegué aquí en el 2006, cuando todavía el concepto de trabajo capitalista no era una ausencia, empezaba a serlo, recuerdo los tres primeros meses como un no dejar de transitar, de un lado a otro. Al cabo de ocho meses vinieron a verme unos amigos y me di cuenta que no sabía enseñarles la ciudad, no sabía muy bien cómo disfrutarla, sólo la transitaba, más tarde descubrí que si pasas demasiado tiempo en la calle a los agentes del orden no les gusta, y te sancionan por ello, puedes ser sancionado por comer en la calle, por beber, e incluso por tocar un instrumento musical. La intensidad de la sanción está proporcionalmente ligada a la cantidad de comida que te guste comer, o a la cantidad de instrumentos que sepas tocar, así a más instrumentos o comida mayor sanción.

Que te quiten tu comida cuando tienes hambre es terrible, y que te roben las herramientas de creación es un atentado contra la cultura y la dignidad del pueblo. Como esperanza, pensar que seguiremos cantando, pues el hambre es menos intensa cuando la mente se distrae.


Ahora vivo en una zona de Barcelona que se llama Ensanche, (Eixample).   Tiene una composición cuadrangular, y muy nivelada, quiero decir que no es fácil saber dónde es arriba, ni dónde es abajo, esta disposición con grandes avenidas y diagonales por el medio es ideal para el fluido de coches, no tanto para el de personas, pues si una te grita desde la otra acera no la escuchas, eso hace que puedas llegar tarde a una cita, o que te pierdas saludar a un vecino, y lo más difícil, que nadie podrá decirte nunca cuando preguntes por una calle o plaza, por allí, para arriba. Aun así es sólo un barrio de la ciudad, que aunque bastante grande, no es el único...


Deixémola por esta entón Nuriña, ata sempre...


















































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