Un presto Romero. Venturosa tarde de verano en Santa Cristina...
En momentos en que la apolítica se vuelve más que nunca algo superficial, se
vislumbran acciones que nos ofrecen otras perspectivas, esperanzas y sobre todo
ese sentimiento tan importante de unión que surge cuando los infortunios son
compartidos. La apolítica es superficial porque en realidad ni siquiera existe, porque
vivir es en sí mismo político, porque en plena ola de apocalipsis no podemos
darnos el lujo de observarla con ojos de surfista, como diría un filósofo cuyo
nombre no consigo recordar. Que conste que escribo esto con la congoja de quien
no puede hacer nada más que escribir. Alguien dirá: esto ya es bastante.
Pero no es así, bastante sería si tuviera el valor de enfrentarme, aunque sea
la única, y no lo tengo. Bastante sería si quizás, además de escritora fuera
escriba, y eso pretendo ser ahora enfrentando un destino que ofrece la posibilidad de trascender al quieto pensamiento, aunque al alto precio de negar el puchero, la olla.
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