Fumico Azuma |
Hay que despojar la palabra
capa tras capa
a cuchillo
decididamente
hasta que quede esa cosa
primera
ese nervio pelado al viento
que no es grito
ni voz
ni voz
ni esencia
si cabe, la nota envuelta en sí misma
todavía palpitante en su encierro. Anacarada,
que se apropió el lenguaje.
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