Muertas de la carne
las exigencias
miro pasar las últimas
gacelas fugaces.
Cae la lluvia
junto al campanario
y en el bosque rumoroso
olvido mi reloj de arena.
Cada minuto puede
hacernos infinitos
y cada instante
nos acerca a la hora suprema.
La música del bosque
me fascina,
la música del agua,
cristalina
y una y mil veces,
entre las rubias margaritas
olvido mi reloj de arena.
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