Las trobairitz y los orígenes del universo lírico
de las mujeres de Occidente
-Ricardo Iván Paredes Palacios-
Los conmovedores versos y la sorprendente historia de las trobairitz, las célebres poetas occitanas de la Edad Media, jamás dejan indiferentes al público y a la crítica desde el siglo XII hasta nuestros días. Encendidos elogios, sorpresa, deleite y diatribas misóginas; son algunas de las reacciones que provocan la propuesta estética y temática del primer movimiento de mujeres que componía poemas eróticos e intimistas en Occidente.
La Comtessa de Dia, Tibors, Castelhoza, Garcenda, Azalais de Porcairaguas, Maria de Ventadorm, Clara d’Anduza, la Dama H y Almuc de Castellnou toman como punto de partida el concepto del amor cortés o fin’amors (en lengua provenzal). Sin embargo, no se limitan a repetir moldes fijados por los trobadors, sino que los replantean y dotan a la lírica medieval de un inédito universo femenino, secular y trasgresor. Guilhem de Peiteus (1071-1126), el iniciador de esta revolución cultural, sintetiza el ideario trovadoresco masculino de la siguiente manera:
Totz jois li deu humeliar
e tot’autr’ amors obezir,
midons, per son del acuillir
e per son del douset esgar:
e deu hom mai cent tans durar
qui•l joi de s’amor pot sasis. [Bogin y Badia, 1983: 42-43]
A diferencia de estos versos creados por el primer trobador, quien tiene una visión platónica y mística del amor, las trobairitz no idealizaban las relaciones sobre las que escribían. En sus poemas, el binomio dama-caballero no se configuraba en base a figuras alegóricas, sino reales. Esto significa que ellas no solían recurrir a los códigos ni a los rituales de los caballeros de Occitania. Es el caso de la Comtessa de Dia a través de su célebre Estat ai greu cossirier :
Ben volria mon cavallier
Tener un ser en mos bratz nut,
Qu’el s’en tengra per erubut
Sol qu’a lui fezes cosseillier;
Car plus m’en sui abellida
Non fetz Floris de Blancheflor:
Ieu l’autrei mon cor e m’amor
Mon sen, mon huoills e ma vida.
Cómo querría una tarde tener
A mi caballero, desnudo, entre los brazos,
Y que él se considerase feliz
Con que sólo le hiciese de almohada;
Lo que me deja más encantada
Que Floris de Blancaflor :
Yo le dono mi corazón y mi amor,
Mi razón, mis ojos y mi vida.
[Delgado Suárez, 2006: 4-5]
En palabras de Martín de Riquer: “esta composición constituye una de las más apasionadas poesías que hayan sido escritas por manos femeninas. No se puede pedir mayor sencillez dentro de los ardorosos conceptos con que se expresa la condesa” [Riquer, 1975: 798]. El erudito catalán no acepta la etiqueta de “La Safo provenzal” que se suele poner a la Comtessa de Dia. Hace hincapié en la sencillez del poema, elemento característico de las poetas occitanas, reflejado en el uso de un discurso directo y sin ambigüedades. “A nuestra trobairitz le llegan temas, directa o indirectamente, temas y rasgos que llegan de Ovidio, y se expresa con total sencillez del más puro trovar leu , al mismo tiempo que con gran corrección poética e idiomática e incluso con algún leve artificio versificatorio. El tema de los lausengers adquiere en sus versos un nuevo aspecto al ser desarrollado desde el punto de vista de una mujer que confiesa que es casada. [Riquer, 1975:793].
El caballero pasa a realizar el papel pasivo en la relación y la trobairitz asume el papel activo, la que fija las normas a través de un ingenioso juego de seducción para acceder a los placeres del amor, lo cual significa que hace saltar por los aires todas las costumbres y protocolos de la Edad Media europea prefijado por El Vaticano.
E que jagues ab vos un ser
E qu’ie.us des un bais amoros;
Sapchatz, gran talan n’auria
Qu’ie.us tengues en luoc del marit,
Ab so que m’aguessetz plevit
De far tot so qu’ieu volria.
Bello amigo, amable y bueno,
¿Cuándo os tendré en mi poder?
¡Podría yacer a vuestro lado un atardecer
y podría daros un beso apasionado!
Sabed que tendría gran deseo
De teneros en lugar del marido,
Con la condición de que me concedierais
Hacer todo lo que yo quisiera.
[Delgado Suárez, 2006: 4-5]
La investigadora española Rosario Delgado Suárez define así a la autora provenzal: “la ‘Condesa de Dia’, fue una trobairitz audaz y brillante, auténtica productora, poeta, a partir de un repertorio común a los parámetros poéticos de una época y de una forma de composición tipificada. Pero a su vez, escapa de las voces anónimas, colectivas e impersonales […], es transgresora, descarada, sensible, trágica y dichosa, arrolladora y sutil, una de las grandes trovadoras no justamente valorada por todos, pero indiscutiblemente, una voz excepcional del Medievo, que nos muestra la poesía desde un lado nuevo... el de las mujeres” [Delgado Suárez, 2006:18]. Por su parte, la poesía de Tibors (probablemente la primera maestra del verso occitano en adoptar esta actitud rupturista durante esa época), es otro ejemplo del empleo de este nuevo lenguaje:
Bels dous amics, ben vos pousoc en ver dir
qe anc no fo q’eu estes ses desir,
pos vos conuc ni•us pris per fin amant [Bogin y Badia, 1983: 112]
En los versos de las trobairitz se percibe un sentido confesional, una clara intención de transmitir las emociones y las experiencias vividas de forma urgente a su senhal y a su auditorio. Las secuencias discursivas y las imágenes que ellas expresan están plasmadas con la espontaneidad, el realismo y la frescura que caracterizan a un diario personal. De los textos se desprende que el interés de las poetas provenzales estaba más orientado a manifestar aspectos del plano de la intimidad que a profesionalizar sus reconocidos dones literarios.
Conciben su poesía desde su propio sentir y de esta manera, plasman su peculiaridad, con novedosas marcas personales: se dirigen osadamente al amado usando una fórmula tópica del vocativo, se expresan en primera persona del singular, siendo excepcionalmente cercanas y contrastando claramente con el generalizado plural o el singular estrictamente nominal de los trovadores. Sí, su poesía es más personal, más espontánea, más vibrante y directa, en contrapunto a la “compleja visión poética masculina” [Delgado Suárez, 2006: 18]
Al respecto, Magda Bogin resalta un aspecto importante en la versión catalana de su libro The Women Troubadours (Les trobairitz. Poetes occitanes del segle XII ): “Escrivien en primer persona en un temps en què tot afany artístic era col•lectiu” [Bogin, 1983: 73]. La editora neoyorquina percibe que las trobairitz buscan en sus relaciones dos cosas. En primer lugar, ser tenidas en cuenta por su condición (mujeres y personas individuales) y, en segundo lugar, llevar la voz cantante en la relación que pretenden tener o mantienen con la persona amada. Es decir, una negativa a ser figuras decorativas o idealizadas por los trobadors. Ellas se decantaban por lo real.
En les tensons de Guilhelma de Rosers, Dama H. i Maria de Ventadorn són expressats per aquestes dones tres punts de vista molt diferents, però en totes tres poesies les dones lluiten per a perquè es reconegui una existència real com a oposició a una simbòlica [Bogin,1983: 77]
Magda Bogin pone como muestra una tenso compuesta por la Dama H. y que representa un diálogo con su amigo y pretendiente, Rosin, seguidor de los códigos de conducta de la nobleza provenzal. Ella critica abiertamente la presunta cobardía del joven caballero, que no le declara su amor, a pesar de que la poeta le expresa su aprecio y le sugiere tener un romance:
A fins amic non tol paors,
Rosin, de penre jauziments,
que•l decir e•l sobretalents
lo destreng tan que per clamors. [Dama H., 1983: 172]
En la poesía de los trobadors es frecuente la aparición de la figura del caballero que no transmite directamente su deseo y afecto a la dama. Bernart de Ventadorn [1147-1170] manifiesta una situación relacionada con la falta de valor en el fragmento que vendrá a continuación. El caballero-trobador expresa ante un auditorio sus sentimientos a la amada y su voluntad de ponerse al servicio de ella, pero el poeta aún no ha “osado” hablarle de sus sentimientos ni le pide nada a cambio:
Tan am midons e la tenh car,
e tan la dop’t e la rebland
c’anc de me no•lh quer ni auzei parlar,
ni re no•lh quer ni re no•lh man [Bogin y Badia, 1983: 52]
A la hora de componer versos y melodías, el poeta suele centrarse en damas imaginarias y en dar cuenta de su predisposición desmesurada para amar a las mujeres de forma platónica y mística. Es decir, los motz están direccionados hacia lo abstracto. Se evita lo concreto. En Farai un vers de dret nien, Guilhem de Pietous canta a una dama que nunca vio y ama “mucho”. “Nunca tuve de ella favor ni me hizo ofensa. Porque sé de una más gentil, más hermosa y que vale más”. Se trata de una persona inexistente que de pronto pasa a ser comparada con una segunda que es imaginaria:
Anc no la vi et am la fort ;
anc no n’aic dreit ni ni no•m fes tort
quan no la vei, be m’en deport ;
no•m prez un jau :
qu’ie•n sai gensor e belazor,
e que mais vau. [VV. AA, 1982:24]
A pesar de la amistad y los vínculos familiares, la mayoría de las integrantes del movimiento de las trobairitz pone en tela de juicio el discurso desprendido y protocolario del amor cortés de sus pares varones y lo considera un juego de apariencias sociales. Como el poema de Castelhoza que plantea la existencia de un caballero que la corteja y que le gusta, pero al que rechaza a causa de su deslealtad y de sus mentiras.
Amics, s’ie•us troves avinen,
humil e franc e de bona merce,
he•us amera, quan era m’en sove
que•us trob vas mi mal e fellon e tric
[Bogin y Badia, 1983: 150]
La célebre Comtessa de Dia se suma a la larga lista de poesías que hablan de engaño y traición por parte de los hombres:
A chantar m’er de so qu’ieu non volvria,
Tan me rancur de lui cui sui amia,
Car ieu l’am mais que nuilla ren que sia:
Vas lui no .m val merces ni cortesía
Ni ma beltatz ni mos pret ni mos sens,
C’atressi .m sui enganad’e trahïa
Com degr’ esser, s’ieu fos desavinens.
Ahora deberé cantar de lo que no querría,
Tanto me lamento del que no soy amiga,
Pues le amo más que a cualquier cosa en el mundo
Pero no valen ante él ni la piedad ni la cortesía
Ni mi belleza ni mi valor ni mi juicio,
Porque soy engañada y traicionada
Como sucedería si fuera poco agraciada.
[Delgado, 2006: 11-12]
¿Por qué en Occitania y no en otro lugar de Europa surgió un movimiento poético de mujeres? La explicación pasa por entender el contexto histórico del siglo XII. En aquella época los conceptos de amor y de matrimonio no eran compatibles. La unión conyugal era un contrato político y económico destinado a reforzar alianzas y extender la propiedad de la tierra de la aristocracia feudal. La mujer representaba una entidad jurídica en la Edad Media y no tenía la libertad de elegir su destino. No obstante, el surgimiento del amor cortés, que propone la veneración de la dama, significa una subversión de todo el pensamiento y de las costumbres clásicas (greco-latinas) y del cristianismo primitivo que consideraba a la mujer un ser inferior y maléfico:
L’església catòlica considerava les dones com encarnacions d’Eva, “la primera pecadora”. Sant Jeroni, el misógin més assenyalat de tots els temps, considerava la dona com “la porta del demoni, la patrona de la perversitat, la mossegada de la serpent” [Bogin, 1983:12]
El germen de la fin’amors se propagó por todos los reinos de Europa occidental. Como consecuencia de las primeras cruzadas, de la expansión del comercio, de la convivencia pacífica entre las comunidades de católicos y de cátaros , la Occitania se convirtió en un territorio propicio para el desarrollo de los primeros movimientos culturales de carácter secular y laico del Viejo Mundo. A diferencia de otras tierras, en la Provenza la situación de la mujer era otra: tenía acceso a la propiedad y a la herencia de bienes. Además, podían ejercer la autoridad y tomar las riendas de sus feudos, mientras sus padres o maridos estaban combatiendo en las cruzadas. Inclusive dentro de la jerarquía cátara, las mujeres podían realizar oficios religiosos y rituales. Todo este clima de apertura social (generado por la aparición de la burguesía y el capitalismo primitivo), no era bien visto por la iglesia católica. Sin embargo, el amor cortés influirá poderosamente en el Renacimiento italiano a través de Dante y Petrarca, quienes cantan al amor como la experiencia suprema de la vida y pone a la mujer como inspiradora, guía y la redentora espiritual del hombre (Beatriz y Laura). El amor pasa a ser el tema central de la literatura de Occidente.
En relación a las críticas hechas a las trobairitz, estas suelen tener dos direcciones. Por un lado, están los que sostienen que la obra de ellas es solamente la reproducción de los moldes estéticos establecidos por los primeros trobadors. Entre los que defienden está posición se encuentra Alfred Jeanroy, quien llama a las poetas provenzales: “esclavas de la tradición” y considera que usan fórmulas corrientes, agotan los temas del “modus operandi” masculino, y que se limitaban a copiar sus clichés y dar la vuelta a los roles de los personajes trovadorescos. Magda Bogin y Delgado Suárez coinciden en que Jeanroy se equivoca y que sus comentarios son estereotipados, carecen de esfuerzo analítico y desconoce el tema.
Por otro lado, están los críticos que no dan ninguna importancia al legado de las trobairitz. Es el caso del ensayista catalán Josep Coll i Vehí, quien asegura que “Si esto no debe tomarse en serio, si no es más que una ficción poética, confesemos que se usaba y abusaba del quidlibet audendi , sin consideración ninguna al pudor” [Coll i Vehí, 1861:53]. El autor minimiza completamente la creación de las poetas. Al respecto, Isabel de Riquer resalta los aportes del estudioso gironés en sus investigaciones sobre diversos aspectos de la literatura occitana, pero critica la escasa información que tiene con respecto a las trobairitz y el poco rigor filológico de su trabajo académico (poesías incompletas, sin orden cronológico y textos sin traducir).
En conclusión, estamos frente a las trobairitz, el movimiento pionero de las mujeres poetas de Occidente, una corriente vanguardista, poco estudiada, transgresora, espontánea y sensual que desde la Occitania del siglo XXI ha esparcido las semillas de la lírica femenina por todos los fértiles campos de la literatura y cuyos frutos florecen en todas las estaciones del arte universal de las palabras.
Bibliografía
BOGIN, Magda y BADIA, Alfred, Les trobairitz. Poetes occitanes del segle XII, La Sal, Ediciones de les dones, Barcelona, 1983.
CAMPROUX, Charles, Le joy d’amor des troubadours, Montpellier, 1965
COLL I VEHI Josep, La sátira provenzal, Imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra, Madrid, 1861.
DELGADO SUÁREZ, Rosario, “Breve estudio en torno a la Condesa de Dia”, Revista Especulo número 32, Madrid, 2006.
RIQUER, Isabel de, “Las trobairitz provenzales en el fin de siglo”, Lectora: revista de dones i textualitat, Núm. 3, Barcelona, 1997.
RIQUER, Martín de, Los trovadores, II. Historia literaria y textos, Editorial Ariel, Barcelona, 1975.
VV.AA, Poesia trovadoresca. Les millors obres de la literatura universal, Edicions 62, Barcelona, 1982
Este artículo fue publicado originariamente por el autor en la revista digital de crítica literaria Pliego suelto correspondiente al número de Mayo del 2011.
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