martes, 25 de septiembre de 2012

14.318



Entierro de ostras...en alguna playa de Breizh.  Abril/2009


Estos son los días de mi vida.  Significan tan poco como la edad, y se conciben como suma y su pareja: la resta.  Miles miles miles.  Catorce miles y casi un año extra.  El número de los días de mi vida es un gran número, un largo número, que escribiría gigante en un papel y enseñaría a los fanfarrones de vidas eternas.

El punto en que ya nos cansamos de jugar a ser Diosa o Dios. Queremos  restar.  Cuando llego al peligroso extremo en que soy cometa y me perdí entre las nubes, de repente estoy a tus pies.  Cuando son tantos miles que no podemos seguir contando, aparece el cero.  Cero nunca fue nada porque es aceite real.

Personas humanas nosotras, que no concebimos el descanso, que buscamos la vida eterna literalmente en cara de religión o el amor eterno en cara de éxito.  Que no aceptamos la caída ni el Fin.  Miles que quedan cientos si descosemos unos cuantos s u f r i m i e n t o s. Y los días placebo ¿suman o restan?  Vive tus días como si fueran los últimos...pero ¿cuándo llega realmente el último? (Vivo como sí, pero qué quieres que te diga, me agota) pienso mientras busco la respuesta nebulosa en la espera.

Y en el tanto sigo contando y escribiendo. 14.550  18.990  26.867  palabras que son la cámara de lo más extraño del mundo: el mundo.  Miles de millones de personas, pronto habrá que vivir en el mar.  Porque los números consumen y mucho, cuento, cuentas.  En nuestros tantos descumpleaños.

Se te alisarán las arrugas cuando vivas en el mar.  No obstante consume esa crema antes, pues tiene fecha de caducidad. Calla y mata, traga. Son solo bichos que reposan en espuma plast. Bichos del mar.  Mar que imitará al amniótico porque los ciclos ciclos son. Comes, duermes, pares, mueres: miles de millones de años.  El vértigo que sientes es el efecto de ese chicle de la vida que mascas y gastas anodina y numéricamente, buscando desesperado el sabor.

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