Querido hermano:
Es la primera carta que te escribo, y la primera en importancia junto a la que le escribí a Ester Quintana, difundida por las activistas del Aleteo des-equilibrado: Altre lloc Contrabanda a quienes tenía pendientes agradecerles el increíble gesto de hacerle llegar mis palabras a Ester. Pese a que me enteré en el 2006 de tu existencia, no ha sido hasta hoy que reuní las fuerzas necesarias para escribirte estas líneas. Si hablo de fuerzas, es porque en este mundo en que vivimos, al que no elegimos venir, se nos hace caer en la trampa diaria de que la queja, la crítica, y todo lo relacionado con el necesario y poderoso concepto de no complacencia hacia determinados asuntos; son inadmisibles.
Esta inadmisibilidad tiene diferentes grados: desde el Estado, toma la forma de tortura, desde la Escuela de suspenso, desde el Trabajo de despido, desde la sociedad de censura, y desde la gente cercana (que suponemos debería estar de nuestro lado) de un extraño apartheid donde la acusación recae en considerar que el dolor que generan los crímenes e injusticias, es dañino, que tu reacción es en realidad producto del ego. El poder tiene muchos rostros, e incluso desde el rostro de la supuesta "ayuda", hay esa capa de autosuficiencia y desprecio que pretende no sólo que olvides el delito, sino, lo que es más fuerte, que renuncies a la solución, la única esperanza de las víctimas del genocidio tanto simbólico como real. Pero cierto es, que todavía unas cuantas personas, desde el "yo" inevitable de enfrentarse a la búsqueda de justicia, seguimos adelante. El ego malherido, pese al abandono de tantísimos otros que podrían cooperar, pero prefieren detenerse en las miserables minucias del día a día, avanza a pasos de tortuga.
Ni siquiera sé si continúas con vida. Naciste en septiembre de 1955, en el Barrio de la Unión de Montevideo, Uruguay. A menudo me hago infinitas preguntas sobre ti. ¿Te parecerás físicamente a nuestra madre? ¿Te gustará tanto cocinar como a ella? ¿Cómo habrá sido el momento fatídico de la separación justo después del parto? Me refiero a ese momento, que tantísimas madres consideran sin dudas el mejor de sus vidas. Sin embargo, desde que el tráfico de bebés existe, para las que sufren la tragedia en primera persona, ha de ser el peor. Pensemos en ese gran número de mujeres que no son dueñas de su propio embarazo, ni de su propio parto. ¿En qué rinconcito del Uruguay vivirás si es que vives en este país? ¿Tendrás hijas, lo cual equivale a "yo tendré sobrinas o sobrinos"? Pero sobre todo me pregunto si tendrás conocimiento de tu adopción, y de ser así; si eres una de esas personas que, sabiéndose adoptadas, se alían con firmeza al verbo "saber" sin odiar a madres o padres biológicos como premisa de la búsqueda. Si por otra parte, eres mínimamente competente en la necesaria magia de las redes sociales, las posibilidades de que en algún momento nos encontremos son amplias. El año pasado, gracias a Luis Verdina, de la agrupación ¿Quiénes somos? la más potente en Latinoamérica, que lucha por el derecho a obtener información de las personas que no conocen su identidad biológica, así como contra el tráfico humano, el tercer delito más significativo mundial luego del tráfico de drogas y armas; pude publicar mi primer aviso de tu búsqueda con foto incluida.
Lo más importante de todo es pedirte que no tengas sentimientos de odio hacia nuestra madre, pues ella no te entregó, y te aseguro que el no haberte conocido como hijo propio fue la mayor tragedia de su vida, por lejos. Su secreto fue su cuchillo, un cuchillo más afilado que el cáncer que acabó con su vida.
Por último, me queda agradecer por enésima vez a todo el equipo de esta imprescindible agrupación argentina, por la ayuda que me han brindado y me continúan brindando para que algún día te encuentre y te diga todo esto en persona. Ayuda que se me brindó a mí y a tantos miles de víctimas y familiares de víctimas del tráfico humano, teniendo en cuenta que trabajan sin ningún tipo de colaboración de un Estado cómplice de innumerables delitos. Publicando mi aviso de búsqueda, ya está buena parte del camino realizado. Ahora falta que tú te pongas en contacto, que sientas esa necesidad vital con la misma intensidad que la siento yo. Como escritora absolutamente periférica, cero mediática, cero retribuida y valorada, lo cual es suerte pero también desgracia; el hecho de buscarte ha consolidado la elaboración de un proyecto de alcance muy valioso. En el metamórfico e infravalorado proceso de hacerme mayor, te confieso que es una ventaja afirmar que a estas alturas no tengo nada que perder, y en lo que respecta al pudor de hacer esta carta completamente pública; ya hace tiempo que dejé a este pesado señor por el camino. Porque la intervención para mejorar la realidad, (por más mínima que esta sea) y el pudor son como el agua y el aceite. Por ello, vuelvo a decir que aprovecho esta carta que te escribo, para pedir la colaboración de hombres uruguayos o argentinos adoptados que hayan nacido en la década del 50, así como de mujeres también de estos países, nacidas en la década del 30, que hayan sido víctimas del abuso sexual; para realizarles entrevistas con motivo de la novela que estoy escribiendo sobre mi caso.
Las mismas serán, está de más decirlo, estrictamente confidenciales, y trataré el asunto con la máxima delicadeza y respeto que ambos sucesos merecen. Y por supuesto, con todo el amor, esto siempre...
del mundo.
Finalizo este manuscrito digital con las iluminadas palabras de Gabriel Celaya: La poesía es un arma cargada de futuro donde ya está todo dicho.
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
Tu hermana, por siempre
Rosanna Moreda
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