domingo, 4 de agosto de 2013

Romaría Pop

Grampoder


Una propuesta bullente para la temporada festivalera 

(Artículo escrito en junio, más de un mes antes del accidente, de ahí el optimismo.  Todas las condolencias por lo que vino después...) 


No era de extrañar un planteamiento “distinto” en lo que a Festivales veraniegos respecta en manos de la Asociación Desconcierto.

  Encontramos de hecho escasos Festivales donde se conjuguen lo musical, lo lúdico, lo artesanal, lo culinario y lo natural a partes iguales, y es por ello que el Romaría Pop podría ocupar perfectamente un privilegiado lugar entre  los Festivales respetuosos con el medio ambiente y abiertos a la infancia, lo que en tiempos del no kid, constituye casi una rareza.  Incluso diríamos que aquellas personas que se aferran a la filosofía del no kid, no se sentirían en absoluto “molestas” por la presencia de criaturas en este Festival, ya que fueron tantas las actividades e interesantes talleres exclusivamente para ellas, que éstas estaban demasiado entretenidas para “incordiar”; que por otro lado es lo que generalmente las niñas y niños terminan haciendo cuando se aburren mortalmente.  Esto sumado a un paisaje verde y apacible y el místico entorno santiagueño, ayudó a lograr la buena onda requerida para un Festival de estas características.

Desde un escenario con instrumentos en diminuto donde más de un/a little artist ofreció psicodélicos (literalmente) conciertos, hasta talleres de camisetas surrealistas; realmente la pequeña sociedad lo disfrutó en grande.



En cuanto al entorno matutino/vespertino del Festival, condición indispensable para que la integración de todas las edades tuviera lugar, desafortunadamente, todavía hay un gran consenso donde se equipara el disfrute de la música con el fuerte estrés que implica la masificación, el consumo de alcohol per se y la desestimación del medio que cobija al Festival en concreto, en este caso un bonito Parque de Santiago como dijimos: el Parque de Belvís.  Precisamente, si hubiera algo que reprochar  a ciertos asistentes, sería la extrema ligereza en tirar envases y desperdicios a un desprotegido césped que no se lo merecía, en absoluto.  Pero como ya sabemos,  la concientización es un proceso lento y trabajoso, esperemos que algún día la gente llegue a entender que cuidar la naturaleza es tan básico como lavarse los dientes.

Se agradece, que a la manera de los países fríos del norte de Europa, el Festival se haya hecho de día, aprovechando un tiempo realmente generoso.  Fue inevitable asociar esta extraña calma en un entorno destinado a la música, con el mítico Treptower Park berlinés, donde las horas fluyen a ritmo de la música y el picnic.  ¿Acaso disfrutar de buena música es sinónimo de noches desfasadas y despertares resacosos? Es una suerte comprobar que no siempre. 



En cuanto a esa otra banda del Festival: las innumerables artesanas y artesanos, diseñadores/as, artistas…no se puede pasar por alto el trabajo que lleva a cabo el proyecto Lerole, quienes reproducen motivos arqueológicos hechos a mano sobre tela, fieltro y madera.  Maravillas para el disfrute de todas las edades. Como tampoco olvidar a las chicas de Kechulo.com y sus monstruitos tejidos a punto gigante de crochet, o las pinzas para la ropa pintadas a mano de Antoxo de Toxo, con motivos de  etnia/género también:  es decir, chica besando a chica o chico/a besando a alguien con color de piel diferente.  Los jabones de Quenlla continúan siendo estrella, tanto en aroma como en calidad, destacando los mirinda y mojito.  Pero no puedo dejar de opinar que su precio es enemigo de unos bolsillos desiertos en estos tiempos de crisis devastadora.  ¡Desde aquí todos los deseos para que proyectos tan fundamentales como estos sigan adelante!



No obstante, ya entrando en materia culinaria, si bien el pulpo y el churrasco fueron insustituibles, se echó en falta más pienso, és a dir: opciones vegetarianas/veganas, lo cual podría ser un punto importante a considerar para futuras ediciones.



 Empezando entonces ya de una vez por las notas, participaron en orden de aparición Pedrito Diablo y los Cadaveras, grupo surf-mex, seguidos por la electrónica ya asentada de Nouvelle Cousine.

 En cuanto al segundo Escenario: el Pequemúsica, el grupo de arranque fue La Bande Ornytorrinque conformada por Alex Casanova y Marvin B (Mequetrefe).  Sobresalieron Los Huéspedes Felices y su refrescante psicodelia instrumental.   Luego les tocó el turno a Espíritu Santo y su retro pop distintivo seguidos de  Los Árboles y sus poéticas letras.  A continuación los surrealistas y únicos en su género Fagot y Popota. Wild Balbina también destacaron principalmente.  Estas chicas tienen fuerza, gran destreza cocktelera en estilos tan dispares como el punk y el naif pop, pero sobre todo tienen conciencia de género, de ser mujeres en un mundo dominado todavía por la trilogía HOB (Hombres occidentales blancos).  Para recordar lo que lanzó la vocalista en el medio del concierto: “Os animamos a las chicas a salir al escenario, ya que aquí sois más de la mitad…”. Casi por último, sobresalieron también los entrañables Grampoder, quienes tuvieron en sus primeras filas una pandilla de fans nuevamente en pequeño que no pudo ser más apropiada.  Y ya de lleno en el final, desde Pontevedra Unicornibot, excelente banda para finalizar un Festival de este calibre.  Franqueza de alto volumen desplegada en entorno abierto y verde, siempre verde.


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