sábado, 26 de septiembre de 2015

Quizá Jing Di

  Fernando García Domingo

 
No recuerdo si aquella tarde hacía calor, aunque muy probablemente lo hiciera.  Apuesto a que sentías el mismo bochorno, acentuado cuando se camina durante largo rato, agotada luego del trabajo y a paso rápido.  Un cruce temerario, más de una bicicleta eléctrica y una mirada ardiente, ávida, en el punto exacto donde todas las intersecciones, luego de encontrarse, chocan, provocan el desastre;  desapareciendo para siempre tras fulminarse.
 
Ya nadie queda que pueda considerarse testigo.  Ni una solo foto, ni una mejor amiga a la que contarle todo.  Nadie.
 
Me miraste en aquel cruce, y yo sentí que probablemente, en otra vida, en otras circunstancias, ahondaría en esa mirada.  Un tipo de sensualidad de la que siempre huí. El miedo de adentrarse en la semejanza, de ceder a atracciones que no dejan de ser propias...puede ser.
 
Resultaste ser mi vecina, pues compartíamos rascacielos en el old Zhabei.  Profesora de gimnasia.  Móvil en mano.  Cabeza rapada y prisas por establecer contacto.
 
En el ascensor, solo una pregunta, repetida y en un desecado inglés, ocupaba el espacio, lo llenaba todo, nuestros cuerpos no importaban.
 
Tú número
 
Tú número
 
¿Cuál es tu número?
 
 
Ya en casa, el esperado mensaje, la cena que se veía venir y que nunca se concretó.  El encuentro que nunca se concretó.
 
Tu sexo por mi soledad.  No hubo acuerdo contigo, y tu nombre, probablemente... Jing Di.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario