domingo, 21 de agosto de 2016

El mensaje


Porque los muertos no pueden contarte la inmensa verdad de sus leyendas, porque lo que nunca más sabremos donde están secándose en la noche no pueden gritártelo, porque los que enmudecieron de terror han perdido la articulación de sus mensajes, por todos ellos, te acerco mi palabra que no es mía.
Son ellos los que quieren acariciarte en el silencio de sus invisibles estandartes. Ellos se acercan a ti, con sus huesos flotando en los horizontes de la dignidad, para que sepas de sus hermosos rostros, de sus ojos de sed, de sus amores majestuosos, de sus devociones y milagros.

Ellos te piden la memoria, te invitan a que siempre tu rabia prevalezca frente a la crueldad y el espanto, claman por ti la acción de tu esperanza, te necesitan de pie castigando la injusticia.

Ellos, que se van haciendo polvo en el polvo de tantos caminos, ellos, se sienten compañeros de tu destino, viven sus muertes para que tú puedas besar, andar de novia con la luna si quieres, para que culmines con éxito tus estudios, para que puedas soñar en paz el futuro de tus hijas, para que sientas la libertad en tus pupilas, para que no sepas del dolor, y tu sangre, siempre, te camine pasajera por adentro.

Ellos han muerto por ti, por el cascabel de tu sonrisa, por tu derecho a todo, por tu corazón de gigante. Han muerto durante horas y días y años para llegar a ser raíz del sol en todos los horizontes. Ellas me han dado este mensaje para ti. Tómalo y vive.


Eduardo Mazo, Barcelona, 1982

Agenda en llamas



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