El diablo arrojó una jábega de encaje,
(cargada de piedras preciosas)
la arrastró a tierra
y calculó su contenido.
Todas las almas de las mujeres estaban en el saco,
pesca milagrosa, preciosa.
Pero antes de que pudiera echársela a la espalda
todas se habían escapado por la fina malla.
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