Ya escribí alguna vez sobre el número más solicitado en habitaciones de hotel. El Cervantes de Montevideo intentó mantener la sencillez del espacio, donde Cortázar con toda seguridad, habrá llorado y reído con sus fantasmas.
Cierto que no deja de ser una suite, pero no es para nada de lujo. No sé si llegan a apreciar la intensidad de otro mundo de la luz, aunque la cámara es precaria y el encuadre podría haber sido mejor. Pero ese brillo denso, (muy montevideano de Ciudad Vieja), bañaba por completo el cuarto durante los pocos días que estuve allí. Como si estuviera adosado a la pieza de algún modo.
Cierto también que ese cuento en honor a Julito centrado en una puerta (que estaba allí, doy fe, como algo que no debiera estar, pero que de igual modo sabe de sus derechos y presume de ellos), todavía no lo escribí. Pero lo más importante y lo que les vengo a decir ahora, es que el número cabalístico y la puerta que para mí lo es todo menos condenada, forman parte del diseño de las facturas que hasta el día de hoy (que dejé de ser autónoma por una cuestión económica y casi diría que sanitaria) figuraba en mis trabajos de consultoría en tiempos del desastre y formación en muchas áreas....................laterales, sociales, (no) creativas...
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