Grampoder |
Una propuesta bullente para la temporada
festivalera
(Artículo escrito en junio, más de un mes antes del accidente, de ahí el optimismo. Todas las condolencias por lo que vino después...)
No era de extrañar un planteamiento “distinto” en lo que a
Festivales veraniegos respecta en manos de la Asociación Desconcierto.
Encontramos
de hecho escasos Festivales donde se conjuguen lo musical, lo lúdico, lo
artesanal, lo culinario y lo natural a partes iguales, y es por ello que el Romaría Pop podría ocupar perfectamente
un privilegiado lugar entre los
Festivales respetuosos con el medio ambiente y abiertos a la infancia, lo que
en tiempos del no kid, constituye
casi una rareza. Incluso diríamos que
aquellas personas que se aferran a la filosofía del no kid, no se sentirían en absoluto “molestas” por la presencia de
criaturas en este Festival, ya que fueron tantas las actividades e interesantes
talleres exclusivamente
para ellas, que éstas estaban demasiado entretenidas para “incordiar”; que por
otro lado es lo que generalmente las niñas y niños terminan haciendo cuando se
aburren mortalmente. Esto sumado a un
paisaje verde y apacible y el místico entorno santiagueño, ayudó a lograr la
buena onda requerida para un Festival de estas características.
Desde un escenario con instrumentos en diminuto donde más de un/a
little artist ofreció psicodélicos (literalmente) conciertos, hasta talleres de
camisetas surrealistas; realmente la pequeña sociedad lo disfrutó en grande.
En cuanto al entorno matutino/vespertino del Festival, condición
indispensable para que la integración de todas las edades tuviera lugar,
desafortunadamente, todavía hay un gran consenso donde se equipara el disfrute
de la música con el fuerte estrés que implica la masificación, el consumo de
alcohol per se y la desestimación del
medio que cobija al Festival en concreto, en este caso un bonito Parque de
Santiago como dijimos: el Parque de
Belvís. Precisamente, si hubiera
algo que reprochar a ciertos asistentes,
sería la extrema ligereza en tirar envases y desperdicios a un desprotegido césped
que no se lo merecía, en absoluto. Pero
como ya sabemos, la concientización es un
proceso lento y trabajoso, esperemos que algún día la gente llegue a entender
que cuidar la naturaleza es tan básico como lavarse los dientes.
Se agradece, que a la manera de los países fríos del norte de
Europa, el Festival se haya hecho de día, aprovechando un tiempo realmente
generoso. Fue inevitable asociar esta
extraña calma en un entorno destinado a la música, con el mítico Treptower Park berlinés, donde las horas
fluyen a ritmo de la música y el picnic.
¿Acaso disfrutar de buena música es sinónimo de noches desfasadas y despertares
resacosos? Es una suerte comprobar que no siempre.
En cuanto a esa otra banda del Festival: las innumerables
artesanas y artesanos, diseñadores/as, artistas…no se puede pasar por alto el trabajo que lleva a
cabo el proyecto Lerole, quienes
reproducen motivos arqueológicos hechos a mano sobre tela, fieltro y
madera. Maravillas para el disfrute de
todas las edades. Como tampoco olvidar a las chicas de Kechulo.com y sus monstruitos tejidos a punto gigante de crochet, o
las pinzas para la ropa pintadas a mano de Antoxo de Toxo, con motivos de etnia/género
también: es decir, chica besando a chica
o chico/a besando a alguien con color de piel diferente. Los jabones de Quenlla continúan siendo estrella, tanto en aroma como en calidad,
destacando los mirinda y mojito. Pero no puedo dejar de opinar que su precio es
enemigo de unos bolsillos desiertos en estos tiempos de crisis
devastadora. ¡Desde aquí todos los
deseos para que proyectos tan fundamentales como estos sigan adelante!
No obstante, ya entrando en materia culinaria, si bien el pulpo y
el churrasco fueron insustituibles, se echó en falta más pienso, és a dir: opciones vegetarianas/veganas, lo cual podría ser
un punto importante a considerar para futuras ediciones.
Empezando entonces ya de
una vez por las notas, participaron en orden de aparición Pedrito Diablo y los Cadaveras,
grupo surf-mex, seguidos por la electrónica ya asentada de Nouvelle Cousine.
En cuanto al segundo Escenario:
el Pequemúsica, el grupo de arranque
fue La Bande Ornytorrinque conformada por Alex Casanova y Marvin B (Mequetrefe). Sobresalieron Los Huéspedes Felices y su refrescante psicodelia instrumental. Luego
les tocó el turno a Espíritu Santo y
su retro pop distintivo seguidos de Los Árboles y sus poéticas letras. A continuación los surrealistas y únicos en su género Fagot y Popota. Wild Balbina también destacaron principalmente. Estas chicas tienen fuerza, gran destreza
cocktelera en estilos tan dispares como el punk y el naif pop, pero sobre todo
tienen conciencia de género, de ser
mujeres en un mundo dominado todavía por la trilogía HOB (Hombres occidentales
blancos). Para recordar lo que lanzó la
vocalista en el medio del concierto:
“Os animamos a las chicas a salir al escenario, ya que aquí sois más de la
mitad…”. Casi por último, sobresalieron también los entrañables Grampoder, quienes tuvieron en sus
primeras filas una pandilla de fans nuevamente en pequeño que no pudo ser más apropiada. Y ya de lleno en
el final, desde Pontevedra Unicornibot,
excelente banda para finalizar un Festival de este calibre. Franqueza de alto volumen desplegada en entorno
abierto y verde, siempre verde.
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