jueves, 30 de abril de 2015

Herida voy

Herida voy de un temporal concierto
entre mis gritos y las hojas secas.
Una fiesta inhumana, siempreviva,
acrecienta el declive y el otoño.
Pero yo sé.  Y me estoy despavorida.
Una ardiente techumbre, un cielo rojo,
sangra de arriba y sangran las heridas:
que me estoy dada vuelta y no sé dónde
tengo la carne y dónde las estrellas.
Pero yo sé, aunque de asombro y miedo,
aunque herida de muerte, y ya me alcanza.

                                                 Amanda Berenguer

lunes, 27 de abril de 2015

Animal blood, the first paint


The first subject matter for painting was animal.  Probably the first paint was animal blood.

Prior to that, it is not unreasonable to suppose that the first metaphor was animal.

                                                                                     Berger

martes, 21 de abril de 2015

El niño ciego




Hace un tiempo leí este relato de Dame Blanche y si me estremeció de pelo a dedo, fue porque además de la terrible potencia y fluidez del mismo; es un  hecho que faltan historias que incluyan seres no videntes desde una postura no vertical, que no deja de mirarlas/os con una tiernísima condescendencia.  "El niño ciego" descuartiza por completo ese gran error.

Al igual que con Dame Blanche, (de quien no sabemos casi nada más allá de su maravilloso blog
la dame au chien, bien nutrido de capítulos de vidas imaginadas/reales), en su hipnótico relato, casi como en "el señor de las moscas"; lo que menos importa es la ceguera de la criatura. Hay un anonimato urgente de fondo que pule el brillo con meticulosidad.  Lo crucial es que consigue llevarnos, como buen líder de almas endiosadas por pequeñeces; nos arrastra.  Todo un mérito cuando se nos obliga finalmente a enfrentarnos al hundimiento poético de una sociedad incapaz de avanzar, a nuestra propia e inamovible decrepitud.  Lean, lean...



"El niño ciego morirá por exceso de fantasía. Eso dicen todos en la pequeña aldea. Lejos de tener miedo, como otros niños, a los peligros de la naturaleza y de los hombres, el niño ciego los desafía. El desconocimiento no le cohíbe, sino que más bien le hace tomar vericuetos diferentes a los de otros niños. No sabe con precisión cuáles son los riesgos reales y cómo pueden hacerle daño, por más que sus padres le prevengan. Pero eso no parece preocuparle. Cuando se le advierte respecto a los cuidados que debe tener siempre responde: ¿es que los niños que no son ciegos ven mejor que yo? Recuerda entonces algunos ejemplos de accidentes o deslices que les han sucedido a otros a los que el mundo les entra por la vista con el mayor de sus lujos. El niño ciego se arriesga, pero en cada paso aprende a conducirse y se confirma en su valor. Por los olores distingue qué terreno de la campiña bordea. Por el grado de humedad capta si se halla próximo al torrente, e incluso si éste viene crecido. Por el rumor del tráfico distingue, como los perros, si viene algún vehículo por la carretera. Donde lo tiene más difícil es con las personas que pueden salir a su paso. No por la altura, el porte o el ímpetu del otro individuo es por lo que siente cierta inseguridad. Es por las palabras. Teme que tras unas palabras cariñosas se oculte un desprecio, que tras la aparente comprensión solo haya lástima, que más allá de la ayuda que algunos le ofrecen le espere una celada. Para combatir ese miedo, el niño ciego toma la iniciativa y apenas deja hablar a los que se le plantan delante. Donde el niño ciego manda más es en el juego. La tarde está soleada y ha reunido a los demás niños del lugar. Les propone guiarles a ciegas por el campo. Todos tienes que ir sujetos en fila india, con la mano puesta sobre el hombro del anterior, sin abrir los ojos. Les dice que quien abra los ojos quedará descalificado y deberá apartarse. El desafío del juego es tan verosímil que los niños, presas de una agitación inusual, prometen cumplir a rajatabla. Suben a duras penas por los terraplenes, se tropiezan unos con otros al descender por las laderas, chapotean por las partes del arroyo en que no cubre, se deshacen en ayes al pasar entre los matorrales de ortigas. Cuando llegan, sofocados y excitados por la aventura, al campo de tiro, el niño ciego les hace atravesar la alambrada y sentir lo puntiagudo del acero. Los niños flaquean y alguno se queja reprimiendo cualquier manifestación de cobardía que le deje en entredicho ante sus compañeros. Luego se deslizan por los pasillos de las trincheras y bajan hasta una fría casamata. Ninguno se ha soltado del otro hasta ese momento. Entonces el niño les dice que percibe que el enemigo anda cerca y que no van a poder moverse de allí. Que suelten las manos si quieren pero que no abran los ojos. La noche ha caído. Por el campo corren de aquí para allá luces de linternas y se oyen alarmados gritos. El niño ciego alienta a sus huestes. Nada de rendirse, les dice".

Dame Blanche 

viernes, 17 de abril de 2015

Las carnes también lloran



No busques más

lo terrible está ahí, tan cerca de ti.
El filete brillante, palpitando crudo sobre la loza helada.

Exudando sus aguas, lentamente.

sábado, 11 de abril de 2015

Contra (dicción)

Dublín   2015




Rompamos el ruido
gritó la niña muda
de orejas coliflor