jueves, 31 de diciembre de 2015

Nueva entrada...

Fumico Azuma

en un año incierto, que al menos solo carga un seis.  En unas pocas horas.  Derribando muros.  Aunque se nos vaya en ello nuestro mejor calzado.

martes, 29 de diciembre de 2015

De rimas y olvidos

By Andrea Latorre
Patriota rima con... idiota.

                                         (Y lo dijo ¿quién?)

domingo, 27 de diciembre de 2015

Era domingo



-Era domingo y mi hermana preparó la cena.  Había gallina.  Preparó la molleja cuidadosamente y la guardó en una vasija.  Vino el gato y se la comió. El marido regresó y preguntó: ¿Y la molleja? Ella se lo contó.  Fue inútil.  El hombre lo consideró una falta de respeto y la golpeó brutalmente.  Vuelve a casa de tu madre para que te eduque, le dijo.  ¡Ahora! Ella estaba tan afligida que perdió la noción del peligro y se puso en marcha en el silencio de la noche.  Eran cerca de diez kilómetros hasta el hogar paterno. Cayó en las garras de un leopardo en la sabana lejana.  Murió en la flor de la vida por culpa de una idiotez.  Murió ella y vivió el gato.

Las lágrimas de mi madre brillan al sol como cristales y reflejan los colores del arco iris.  En el pecho de mi madre hay un puñal de plata con manchas de sangre.  Un volcán eterno. Todo por culpa de una molleja de gallina, un simple recolector de granos de arena.  Una insignificante musculatura dentro de un ave.  Que no llena ni la palma de la mano.  Que no mata el hambre ni de un gato.

La historia me penetra como si fuera mi propia historia...

Paulina Chiziane: Niketche, una historia de poligamia, trad. Pere Comellas, Barcelona, El Cobre Ediciones,2004, p.105.

jueves, 24 de diciembre de 2015

¿Y qué había?



Tampoco había gran cosa en los mercados.
Todo se vendía a los otros.
El pescado, las gambas, los cangrejos, las langostas, el cacao, el café, las habichuelas, el ananá, la carne, y nosotros comíamos plástico.

El agua estaba en plástico.
La leche estaba en plástico.
La harina, en plástico.
El vinagre, en plástico.
El azúcar, en plástico.
La pimienta, en plástico.

Y así se ponía en marcha la maquinaria.
Los niños hambrientos salían a la calle y, cuando el vientre estaba vacío, los oídos ya no escuchaban nada.

Buenos días, delincuencia.

Ken Bugul, La locura y la muerte, trad. Manuel Serrat, Barcelona, El Cobre ediciones, 2003, p.264.

lunes, 21 de diciembre de 2015

El dolor impone

Ordes



El dolor impone una pérdida con una misma,
                                     es como una
pequeña muerte,
en el núcleo vital del sujeto.
 



lunes, 14 de diciembre de 2015

Buscando a papá




Podría haberse dormido en plena clase como tantas otras veces, pues era evidente que estaba cansada.  Sin embargo, aquella mañana no se durmió.  Tampoco apoyó su cabeza, ni por un momento, en el hombro de su compañera.

Recuerdo que era un aula pequeña, y los inviernos se soportaban bien. Por más que los vidrios de las ventanas eran finos, y podía verse al frío con claridad, romperse las narices contra ellos para poder entrar.  Sería por el té tibio con leche recién salido de la máquina, o por las bolsas portables de agua caliente, que de solo verlas, ya venía el calor.

La gramática, aquella mañana, se negó a razonar.
Me di cuenta porque tosían.  Era polvo blanco lo que salía de sus bocas.  El polvo blanco de las tizas que no estaban en su sitio.  Fue como el susurro de una lengua hinchada.  Grave, pesado.

Y se hizo de golpe, un ovillo gigante de alambre, en el aire.

Dicen que cuando esto pasa, la mejor cura es el silencio.
Pero yo pregunté.  Le pregunté:

Zheng, ¿qué te pasa? ¿Estás bien?

No mucho.  Ayer dormí muy poco.

(                                  )

Acompañé a mi madre.  Fuimos de hotel en hotel a buscar a mi padre...que estaba con su amante.


sábado, 5 de diciembre de 2015

¿Mi casa?



Esta casa  ¿de quién es?
¿De quién es la noche que impide que entre la luz?

Di, ¿a quién pertenece esta casa?
Mía no es.
Yo soñé otra, más acogedora, más luminosa,
con vistas a lagos que surcan barcos pintados,
a anchos campos abiertos ante mí como brazos.
Es extraña esta casa.
Sus sombras mienten.
Di, contesta, ¿por qué entra mi llave en la cerradura?

                                                Toni Morrison